Detente antes de hacer un comentario o de pensar mal sobre un amigo o hermano porque no estás para juzgar ni ser juzgado por ningún hombre.
El Espíritu Santo conoce las verdaderas intenciones del corazón y Él será quién revele los motivos porque las personas actúan de una manera u otra, en Cristo ya no hay condenación y aunque en u momento tu mismo pudieras equivocarte la misericordia de Dios es eterna.

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