Detente antes de hacer un comentario o de pensar mal sobre un amigo o hermano porque no estás para juzgar ni ser juzgado por ningún hombre.
El Espíritu Santo conoce las verdaderas intenciones del corazón y Él será quién revele los motivos porque las personas actúan de una manera u otra, en Cristo ya no hay condenación y aunque en u momento tu mismo pudieras equivocarte la misericordia de Dios es eterna.
En 1 Corintios 4:5 dice: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.” No juzgues para que no seas juzgados aún ante las buenas acciones, en su momento serás recompensado.
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