Cuando naciste de nuevo, experimentaste una plena convicción de pecado y te acercaste a Jesús y no fuiste despreciado, aún por tu condición de pecador, sin merecer el perdón pero se te fue dado por gracia.
Vino sobre ti, un amor profundo y un nuevo comienzo, una fuerza interna que te empuja a avanzar y un entrañable sentimiento que no quieres dejar que se vaya y la firme idea que ahora todo va a cambiar, porque la fuerza de tu interior es el Espíritu Santo que Dios puso en ti, cuando te acercaste y te rendiste.
En Gálatas 5:25 dice: "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu." Si tus comienzos fueron gloriosos, no dejes que tu posterior estado sea menos que eso, que el Espíritu que haya en ti crezca cada día y vivas para el Espíritu.
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