Deja toda costumbre y toda cosa que no le agrada a Dios, el pecado muchas veces no lo dejas porque se ha vuelto parte de tu vida, son cosas que pasan desapercibidas como el chisme, el juzgar a los demás y el no importarte lo que a los demás les sucede, el ser injusto. Pocas veces nos damos cuenta de las cosas que hacemos mal intencionadas colocándonos a nosotros mismos antes que los intereses de los demás.
En 2 Corintios 7:1 dice: "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios." Cuando viene el temor de Dios sobre nosotros nos damos cuenta de nuestra verdadera condición y aunque no eres digno de su sola presencia por su gracia y misericordia nos llena de su gloria por amor a sus hijos.
Si quieres la gloria de Dios, deja todas las cosas que no le agradan a Dios y vuelve tu corazón a Él y te llenará de una nueva unción.
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