Si sientes que Dios no te escucha, que clamas pero no te responde, Dios no te ha desamparado, no se ha olvidado de ti.
En Salmos 22:1-5 dice que David se sintió de esa manera, pero sabemos que Dios no lo dejó avergonzado «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? Dios mío, clamo de día, y no respondes;Y de noche, y no hay para mí reposo. Pero tú eres santo,Tú que habitas entre las alabanzas de Israel. En ti esperaron nuestros padres; Esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.»
A pesar que hay un momento que tus fuerzas flaquean, debes rendirte al Señor porque así como estuvo con los patriarcas de la fe, tampoco te ha dejado, confía en Él, porque no serás avergonzado.
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