Dios no desprecia un corazón humilde, que lo busca sinceramente, así que no importa lo que hayas hecho, si te arrepientes su gracia sobreabunda.
«Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.» Salmos 32:5
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